Ludwig Wittgenstein alguna vez afirmó que los límites de nuestro lenguaje significaban también los límites de nuestro mundo, lo que sentó las bases del llamado solipsismo wittgenstiano. Una posición filosófica que sostiene que solo podemos conocer directamente nuestra propia experiencia y que somos incapaces de comprender realmente la experiencia de otros; pues las fronteras del vocabulario y reglas gramaticales que somos capaces de utilizar nos impedirían comunicar de manera inequívoca lo que sentimos, pensamos o deseamos; y del mismo modo, esto nos imposibilitaría comprender en su totalidad la realidad de otras personas (Karam, 2007).
Si bien, es importante destacar que Wittgenstein se refería al lenguaje humano en general y no al lenguaje de una persona en particular, sí nos hace considerar que, como individuos, entre más sofisticado sea nuestro lenguaje, mejor podremos comunicarnos e interpretar el mundo; sin embargo, ¿cómo podemos ampliar nuestro lenguaje? Lo cierto es que nuestro vocabulario se enriquece a través de la interacción con las personas y los medios audiovisuales, pero casi por consenso general, se le da a la lectura, un papel preponderante en este proceso.
Fomentar la lectura en las personas es importante por varias razones. En primer lugar, ayuda al desarrollo de habilidades cognitivas y lingüísticas, lo que a su vez mejora la educación y el aprendizaje. Además, si consideramos que la habilidad lectora está relacionada con la movilidad social y el desarrollo sostenible de una región, esto justifica que gobiernos de todo el mundo promuevan políticas públicas de fomento a la lectura (Ramos, 2009).
Hasta hace algunos años, cuando se pensaba en los países con los mayores índices de lectura en el mundo, era común traer a la cabeza naciones como Islandia, Noruega o Finlandia, sin embargo, esto ya no es así. Las últimas investigaciones demuestran que los tres países con mayor índice de lectura en el mundo son: India, Tailandia y China. Esto en gran medida se debe a las políticas públicas de promoción a la lectura de estos países (UNESCO, 2021).
En China, por ejemplo, en 2015 se implementó la Campaña Nacional de Lectura, una agresiva estrategia para convertir a la lectura en un estilo de vida para la nación. En la versión 2018 de la prueba PISA, el país asiático fue el que obtuvo mejores resultados en comprensión de lectura (Observatorio parlamentario de Chile, 2020).
Por su parte, los gobiernos tailandeses han llevado a cabo el programa “Un pueblo, un libro» desde 1996, con el cual se han repartido más de 20 millones de libros en todo el país y cuyo objetivo es que cada persona en Tailandia tenga acceso a material de lectura que promueva la cultura tailandesa y la educación (Clacso, 2020).
Por último, el gobierno hindú ha puesto en marcha desde hace una década la Estrategia Nacional de Alfabetización y en el programa Read India, han evaluado y certificado a 14,438,004 adultos por su desempeño en lectura y escritura (UNESCO, 2016).
Así como las políticas públicas antes mencionadas, hay otros ejemplos en el continente que aún están a la espera de la recopilación de más evidencia y de una evaluación que mida sus resultados. Tal es el caso de la Política Nacional de Lectura y Libros (PNLL) de Brasil, un programa que busca el aseguramiento de la democratización del acceso al libro, el fomento y valorización de la lectura, y el fortalecimiento de la cadena productiva del libro como factor relevante para el incremento de la producción y el desenvolvimiento de la economía nacional (Cerlalc, 2017).
Otro ejemplo es el de la Estrategia Nacional de Lectura de México, un programa que busca estimular el hábito de la lectura y la escritura desde edades tempranas, así como fomentar el desarrollo de la lectura de comprensión y el hábito de leer como una manera de adquirir y enriquecer conocimientos (Gobierno de México, 2021).
Si bien, no hay duda respecto a las virtudes de la lectura, lo cierto es que las mencionadas políticas públicas de promoción a esta, tienen importantes asignaturas pendientes. Por un lado, se pondera lo cuantitativo sobre lo cualitativo, es decir, es más importante el tiempo de lectura y la cantidad de libros leídos que las razones por las cuáles se lee y, por el otro, obviar la dimensión política de la educación.
La primera falencia no sólo radica en ponderar el “qué” sobre el “cómo” y “para qué”, sino también en creer que la comprensión lectora es el peldaño más alto de la propia actividad de leer, cuando en realidad, lo que se debe promover es la lectura crítica de un texto. Esta implica una actitud reflexiva y contestataria que objete los contenidos y las formas de lo leído. La lectura crítica supone un diálogo entre el lector y el texto, donde el primero no es un receptor pasivo del segundo, sino un participante activo en la construcción del significado. En este sentido, la lectura crítica es una forma de empoderamiento y liberación, ya que permite a las personas comprender, en lo posible, su realidad (Freire, 2004).
La segunda falencia es quizá aún más importante, pues dichos programas de gobierno utilizan la promoción de la lectura como un método de adoctrinamiento, pues la educación no es neutral y siempre tiene una dimensión política. No en balde las políticas públicas para incentivar la lectura de China y Tailandia promueven la cultura y el estilo de vida tradicional de dichos países. Esto puede no parecer negativo en sí mismo, sin embargo, hay que considerar que la lectura crítica es una forma de buscar que todos aquellos a los que una estructura de dominación les negó el derecho a pensar, conquisten dicho derecho (Freire, 2004).
Lo anterior crea una clara contradicción entre los gobiernos que propician las políticas públicas de fomento a la lectura y una alfabetización liberadora. Pues mientras que los primeros procuran promover la lectura para incentivar el desarrollo de una región, mejorar las habilidades necesarias para que un individuo sea productivo y diseminar una visión particular de la realidad; la segunda busca que las personas vayan más allá del acto de decodificación del texto, y que hagan un acto de comprensión crítica (Freire, 2004).
Sólo en la medida en que políticos y tomadores de decisiones reconozcan la importancia de la lectura, más allá de intereses políticos y económicos, como un verdadero detonador de liberación y transformación social, los rankings de índices de lectura realmente significarán algo.
Cerlalc. (2017, 3 de agosto). El plan nacional del libro y la lectura de brasil tiene nueva secretaria ejecutiva. https://cerlalc.org/. https://cerlalc.org/el-plan-nacional-del-libro-y-la-lectura-de-brasil-tiene-nueva-secretaria-ejecutiva/
Clacso. (2020, 13 de septiembre). Pueblos indígenas y pobreza. https://biblioteca.clacso.edu.ar/. https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/clacso-crop/20100620065831/pueblos.pdf
Freire, P. (2004). La importancia de leer y el proceso de liberación (6a ed.). Siglo XXI. (Obra original publicada en 1984)
Gobierno de México. (2021, 4 de junio). Leer nos transforma. https://www.gob.mx/. https://www.gob.mx/leertransforma
Karam, T. (2007, 12 de junio). Lenguaje y Comunicación en Wittgenstein. https://www.redalyc.org/. https://www.redalyc.org/pdf/1995/199520710008.pdf
Observatorio parlamentario de Chile. (2020, 7 de enero). La campaña nacional del gobierno chino para incrementar la cantidad de lectores – Programa Asia Pacifico. https://www.bcn.cl/. https://www.bcn.cl/observatorio/asiapacifico/noticias/campana-nacional-lectura-china-mejora-comprension
Ramos, E. (2009, 1 de noviembre). Promoción de la lectura en América Latina, estudio de casos emblemáticos: México, Argentina, Brasil y Colombia
Elizabeth Pérez Camacho
Redactor en EXPOSTComunicóloga con un Máster en Dirección de Proyectos Editoriales. Comprometida y profesional. Otras actividades que disfruta: tomar fotografías, cuidar plantas y visitar museos.
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Felicidades Elizabeth, las políticas públicas y privadas para el fomento y promoción a la lectura son complicadas para quien no le interesen leer; interesantes para quienes somos amantes del libro, la lectura y sus efectos de crecimiento del ser humano y el entorno social en el que vive.
Nunca podrás obligar a una persona que no le llame la atención la lectura, para que a su vez promueva y fomente la lectura.
Se estima que en la República Mexicana sólo en el 0.004% de todas las aulas, desde las infantiles hasta las de educación superior y posgrado, se fomenta (el QUÉ) y se promueve (el CÓMO) la lectura.
Saludos desde Veracruz, Ver.
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