¿Recuerdan V de Vendetta? En esta película, un gobierno autoritario transforma el miedo en su arma más poderosa e impone un control absoluto sobre la sociedad. Las calles son patrulladas por militares; las reuniones, prohibidas; y la población, silenciada bajo una atmósfera de constante vigilancia. Más que ficción, esta distopía ofrece un retrato de cómo un estado de emergencia puede convertirse en el argumento perfecto para restringir libertades y centralizar el poder ilimitadamente.
La realidad no dista tanto de esta narrativa cuando hablamos de la ley marcial. Aunque su propósito inicial es salvaguardar la seguridad y el orden, su implementación puede marcar el inicio de restricciones profundas a las libertades individuales y el debilitamiento de la democracia. Tal como la película nos advierte, el equilibrio entre protección y opresión puede ser peligrosamente frágil.
Ahora, ¿por qué estamos hablando de esto? Por el anuncio del presidente surcoreano Yoon Suk-yeol de declarar la ley marcial. De acuerdo con este líder político, la medida – la cual no se ha aplicado en ese país en más de 50 años – es para proteger al país de las fuerzas a favor de Corea del Norte. Esta justificación no ha sido suficiente para evitar el debate en torno a su necesidad e implicaciones. Pero, ¿en qué consiste la ley marcial y por qué ha dado de qué hablar?
La ley marcial es una medida poco usual que hace que las fuerzas militares tomen el control respecto de ciertas funciones civiles que corresponden al gobierno. Generalmente, se aplica en situaciones extremas como guerras, rebeliones, desastres naturales o disturbios masivos. Cuando tiene lugar, las autoridades civiles pueden ser desplazadas o quedar bajo la supervisión de los militares con tal de mantener el orden y la seguridad.
La puesta en marcha de la ley marcial no es reciente. De hecho, sus raíces se remontan al Imperio Romano, donde los generales asumían poderes extraordinarios en tiempos de guerra. Además, durante la Edad Media en Europa, los monarcas solían apagar rebeliones con esta medida. ¿En cuáles otros contextos se ha aplicado?
Estados Unidos, durante la Guerra Civil, Abraham Lincoln suspendió el derecho al habeas corpus (un principio legal que escuda a las personas de detenciones arbitrarias) y declaró la ley marcial en ciertos puntos estratégicos. Del mismo modo, se aplicó después del ataque a Pearl Harbor en 1941, cuando Hawái quedó bajo control militar.
En 1972, en Filipinas, el presidente Ferdinand Marcos declaró la ley marcial bajo el argumento de una amenaza comunista. Su aplicación se tradujo en un régimen autoritario que limitó muchas libertades civiles. De ahí que muchas personas asocien esta figura legal con represión o arbitrariedad en el uso del poder.
En 1989, la ley marcial cayó en China como una tormenta sobre la Plaza de Tiananmen. Miles de manifestantes, liderados por estudiantes, clamaban por democracia y libertad, pero el gobierno, bajo la dirección de Deng Xiaoping, optó por la represión y la muerte de miles de personas. El mensaje fue claro: el poder absoluto no tolera disidencias. Una razón más de por qué la aplicación de esta medida genera muchas dudas.
Si bien el propósito de esta ley es restaurar el orden o sumar a la seguridad nacional, lo cierto es que sus efectos pueden ser negativos o dejar una huella profunda en las libertades civiles, por las razones subsecuentes:
Son muchos los países que permiten la declaración de la ley marcial en sus constituciones, sin embargo, el derecho internacional establece límites claros para evitar lo expuesto. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas y Human Rights Watch, los gobiernos deben respetar ciertos derechos básicos incluso en escenarios de emergencia.
La rápida respuesta del Parlamento surcoreano, bloqueando la declaración de ley marcial del presidente Yoon Suk-yeol, marca un precedente en la defensa de las instituciones democráticas del país. Sin embargo, el ambiente político sigue siendo tenso. Las protestas masivas en las calles de Seúl y el despliegue militar alrededor del Parlamento muestran qué tan profunda es la división entre el gobierno y la sociedad, y plantean preguntas sobre la estabilidad política a corto plazo.
Afortunadamente, la ley marcial no entrará en vigor gracias a la votación parlamentaria, pero el intento de implementar esta medida ha dejado una marca relevante. La preocupación por un posible giro autoritario del gobierno ha movilizado a ciudadanos y políticos de diversas ideologías y reforzado la importancia de los mecanismos de control democrático. Corea del Sur enfrenta ahora el reto de reconstruir la confianza en sus instituciones y garantizar que la seguridad nacional no se utilice como excusa para restringir libertades, un recordatorio constante de los peligros que ficciones como V de Vendetta nos advierten: la fragilidad de la democracia cuando no se protege con firmeza.
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