El día de hoy, en conmemoración de la obtención del derecho al voto de las mexicanas, ocurrido el 17 de octubre de 1953, los invitamos a reflexionar sobre el sufragio femenino en nuestro continente.
Una de las causas necesarias en toda forma de gobierno que se precie democrática es, sin duda, el derecho al voto, y si bien es cierto que las formas de sufragio son bastantes, es innegable que el derecho a ello es la piedra angular para la sustentación democrática.
Las distintas agendas de consecución del voto han tomado bastante tiempo en desarrollarse, pues aunque nos parezca sorprendente, en el origen de la democracia, específicamente hablando de Atenas, el voto no era universal.
Pero ¿qué es la universalidad del voto? En resumidas palabras, es la capacidad de todo habitante a ejercer el derecho al sufragio, siendo un principio fundamental de la democracia liberal de nuestros días, pero no siempre fue así, en distintas épocas y lugares sólo algunos tenían dicho derecho, ya fuese sólo hombres, propietarios de tierras o incluso hasta requisitos raciales o de origen. Es hasta la llegada del liberalismo y una agenda de equidad que se empieza a repensar cuán democrático era un sistema donde sólo unos decidían; a raíz de ello, comienzan las pugnas de diversos grupos sociales para obtener una ciudadanía plena, hoy particularmente reflexionaremos sobre el caso de las mujeres.
Dentro del movimiento feminista ha habido distintas oleadas con distintas demandas, una de las primeras fue el movimiento de las sufragistas, quienes pelearon por el derecho a decidir sobre sus gobernantes, hoy día, al menos en occidente, la agenda del derecho al voto femenino parece estar relativamente resuelta, incluso los niveles de participación y la cantidad de mujeres que pueden votar en México es mayor a la de los hombres, ello a pesar de la tardanza en legislarlo en nuestro país.
Uno de los indicadores democráticos puede ser la fecha en que se permitió a las mujeres votar por primera ocasión, la historia de nuestro continente está plasmada de diversas experiencias, desde quienes a inicios del Siglo XX lo legislaron, hasta quienes lo hicieron ya entrada la segunda mitad de dicho siglo, como podemos ver en la siguiente tabla:
Tabla 1. Voto de las mujeres en América | |||||
País | Año | País | Año | País | Año |
Uruguay | 1927 | Venezuela | 1946 | Colombia | 1954 |
Ecuador | 1929 | Argentina | 1947 | Honduras | 1955 |
Brasil | 1934 | Chile | 1949 | Nicaragua | 1955 |
Cuba | 1934 | Costa Rica | 1949 | Perú | 1955 |
El Salvador | 1939 | Bolivia | 1952 | Paraguay | 1961 |
Panamá | 1941 | México | 1953 | Estados Unidos | 1920 |
Guatemala | 1946 | Belice | 1954 | Canadá | 1917 |
Nota: La fecha indicada es sobre la primera legislación, en algunos países hubo más de una pues el derecho al voto femenino se dio gradualmente. | |||||
Fuente: elaboración propia. |
Siendo completamente honestos, es un hecho que hay todavía una enorme distancia entre la fecha de legislación que permite a las mujeres votar y el verdadero momento en que se pudo ejercer dicho derecho, sin embargo, mientras más tiempo transcurra en la friolera desde su incorporación legal, evidentemente habrá mayor probabilidad de una ciudadanía plena, al menos en lo que a sufragio se refiere.
La agenda de participación política de las mujeres en nuestro continente ya no pugna por el derecho a su ejercicio, sino que a principios del Siglo XXI, vimos la incorporación de cuotas o la búsqueda de paridad dentro de la representación política, de tal suerte que la actual legislatura mexicana, resultado de la jornada electoral del 6 de junio de 2021, arrojó la primera composición 50-50 de la cámara de diputados.
La integración de cuotas ha sido un fenómeno que en los contextos latinoamericanos no ha sido tan problemático como lo es en Estados Unidos, allí, principalmente por una mayor diversidad étnica, la incorporación de cuotas es algo complicado desde el aspecto legal, que impacta no sólo en derechos políticos, sino incluso educativos.
Las cuotas son una forma de lograr una mayor distribución de cualquier elemento requerido, sin embargo, también se puede llegar a emplear como una forma de manejo perverso por grupos de interés particulares, lo que es un hecho y no queda ninguna duda, la democracia contemporánea es y deberá ser siempre inclusiva a todos sus ciudadanos.
También es argumentable que las cuotas no deben ser una condición eterna, sino sólo un camino para lograr la inclusión, pues a fin de cuentas, una cuota es un sesgo, una democracia verdaderamente consolidada es donde se da cabal representación a la diversidad sin tener que recurrir a modificarla “artificialmente”.
En la actualidad, la agenda feminista está más centrada en cuestiones de derechos sexuales, reproductivos, económicos y de equidad de distribución de la riqueza, entre otros, pero una parte fundamental de esa lucha fue la consecución del derecho al voto. Actualmente se señala por grupos tendenciosos la irrupción y trasgresión del movimiento feminista, hace algunas décadas se señalaba de la misma manera a las sufragistas, es decir, no es una cuestión de formas, sino de aceptación.
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