Del modelo clásico de la administración pública a la nueva gerencia pública: A partir de la década de 1990, el concepto y el estudio de la administración pública ha sufrido profundas transformaciones, renovándose con nuevas categorías y nuevas denominaciones como las de: políticas públicas, gestión pública y gerencia pública. Todo ello ha sido consecuencia de las reformas que ha sufrido el Estado y que han tenido efectos en el aparato administrativo gubernamental a través de su modernización. En la búsqueda de nuevas formas para dar mayor eficiencia y eficacia a la gestión de lo público, se ha modificado el análisis del campo disciplinario de la administración pública.
Tanto para la preocupación ciudadana como para las ciencias que estudian al gobierno, se ha vuelto prioritario el problema de su capacidad y eficacia, es decir: ¿Qué tan bien gobiernan a sus sociedades? ¿Poseen aquellos la competencia de conducir a sus países o comunidades hacia el desarrollo y la prosperidad? ¿Cuáles son las condiciones que hacen posible que los gobiernos estén en aptitud de gobernar? Las preguntas son muchas, pero todas reflejan dudas sobre el adecuado desempeño para consolidar un gobierno democrático.
El modelo weberiano de la administración pública clásica entró en crisis a partir de la segunda mitad del siglo pasado, sobre todo por los bajos niveles de eficacia y los altos márgenes de discrecionalidad, opacidad y corrupción. De esta manera, el Estado se convirtió en una estructura obesa, caracterizada por la ineficiencia con la que respondía a las demandas de la sociedad. Aquella imagen de la administración pública cuyo nacimiento se ubica a finales del siglo XIX y principios del XX, comienza a ver su gran declive en la década de 1970.
Es entonces cuando una serie de reformas implementadas por países como Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda marcaron el inicio de lo que ha sido llamada la nueva gerencia pública.
Es en este punto donde la modernización administrativa cobra sentido y se comienzan a favorecer nuevas técnicas, las cuales, serán útiles en la medida en que estén encaminadas a equilibrar el cumplimiento de tres objetivos: eficiencia, eficacia y legitimidad.
La nueva gerencia pública hace hincapié en la necesidad de mejorar al sector público, no sólo modernizándolo desde el punto de vista tecnológico sino optimizando sus procesos y prácticas para que responda realmente a las necesidades de sus clientes: los ciudadanos, sin distingo de posturas políticas.
Tal enfoque se caracteriza por afirmar que el manejo de los recursos públicos debe obedecer a criterios como capacidades gerenciales, competencia de las agencias públicas en mercados, sistemas de salarios que logren relacionar el pago del funcionario con el logro de resultados, así como esquemas para la medición del desempeño. Es así que el espíritu de la nueva gestión pública apunta a que el sector público puede poner en marcha prácticas gerenciales del sector privado para mejorar su desempeño, a pesar de las diferencias que guardan entre sí.
Cuadro comparativo entre la vieja administración pública y la nueva gerencia pública
El enfoque de la nueva gestión pública radica en el óptimo desempeño del sector público, con resultados eficientes, eficaces y de calidad; en el reemplazo de las estructuras, con mayor efectividad a un menor costo, y el fortalecimiento de las capacidades estratégicas de los organismos centrales de gobierno para que sean más flexibles.
Así, los principales postulados de la nueva gestión pública son:
Los ciudadanos, que ahora actúan como clientes o usuarios, demandan al sector público un número creciente y diversificado de bienes y servicios. La administración pública se hace cargo de aquellos que, por su carácter no lucrativo, no son atendidos por el sector privado y compite con este por la producción y provisión de otros. Por ello, es necesario que se apliquen procedimientos propios de aquel sector, que permitan a la administración aumentar su productividad, calidad y eficacia.
Para concluir, es importante reconocer la necesaria participación de la sociedad para abonar constructivamente al mejoramiento del estado. Si bien, internamente, hay que revisar la estructura y procesos, no es menos cierto que los “clientes” deben ejercer presión para acelerar las transformaciones. Solo en la medida de una responsabilidad compartida, contaremos con una administración pública orientada a los ciudadanos y, por ende, estaremos más cerca de un país como el que merecemos.
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Excelente redacción Grupo Expost. En cuanto el concepto de modernismo y sus postulados, en su transformación del enfoque.
felicidades y saludos.
Muchas gracias por tus comentarios Juan Carlos, hacemos este contenido precisamente para ustedes.