Estás en la fiesta de Navidad en casa de la abuela. Todos los años, tus tíos, primos y primas se reúnen. Durante la cena, y a pesar de que “en la mesa no se habla de política, ni de religión, ni de fútbol”, se enciende la conversación cuando tu prima de 22 años argumenta por qué está a favor de la legalización del aborto. Su hermano, apenas dos años más grande, la acusa de feminista. Sí, es tu mismo primo que votó por un partido de derecha. No, esto no es casualidad y los datos lo demuestran.
La polarización entre hombres y mujeres jóvenes es uno de los temas centrales en las discusiones sobre política, sociedad y cultura en las últimas décadas. Este fenómeno, que implica diferentes posturas en diversos contextos, está remodelando la dinámica social a nivel global. En esta entrada, abordaremos a detalle cuáles son estas variantes y su impacto en distintas esferas.
Desde hace dos décadas, la brecha de la posición autoinformada en el espectro político de jóvenes de 18 a 29 años ha ido creciendo. La gráfica siguiente muestra que, con el paso del tiempo, los hombres han mostrado una postura más conservadora que las mujeres.
¿Qué significa lo anterior? Que las mujeres jóvenes están cada vez más inclinadas hacia valores liberales y progresistas, mientras que los hombres jóvenes, en algunos casos, se sienten marginados y recurren a posturas más conservadoras. Esta divergencia afecta cómo se relacionan a nivel personal y, además, tiene profundas implicaciones para las elecciones, la gobernabilidad y la cohesión social. Pero, ¿a qué se debe esto?
La creciente polarización puede tener sus raíces en factores educativos y económicos. A lo largo de las últimas décadas, las mujeres jóvenes han superado a los hombres jóvenes en logros educativos, obteniendo más títulos universitarios y avanzando en carreras profesionales que les brindan independencia económica.
Por ejemplo, el número de hombres con títulos terciarios en la Unión Europea aumentó significativamente del 21% al 35% entre 2002 y 2020, pero las mujeres experimentaron un crecimiento más rápido entre el 25% y el 46%.
La independencia económica y un mejor nivel educativo proporcionan a las mujeres más herramientas para cuestionar y desafiar las estructuras tradicionales que limitan sus derechos y oportunidades. Con mayor acceso a la educación, las mujeres comprenden mejor sus derechos, el mundo y las dinámicas sociales, se tornan más críticas y están más abiertas al cambio. Al mismo tiempo, la independencia económica les otorga el poder de tomar decisiones más autónomas sobre sus vidas, lo que refuerza su inclinación hacia ideas liberales y progresistas que promueven la igualdad, la justicia social y la equidad de género.
En contraparte, los hombres jóvenes llegan a enfrentar desafíos económicos y laborales que los impulsan a adoptar posturas más conservadoras o a permanecer desilusionados con el sistema actual.
De acuerdo con Brookings Institution y Glocalities, en 2014, el 32% de las mujeres jóvenes y el 28% de los hombres jóvenes habían adoptado valores liberales; mientras que, en 2024, los porcentajes cambiaron a 40% y 25%, respectivamente. En ese sentido, la tendencia de las primeras ha sido positiva y la de los segundos negativa.
Con valores más liberales y progresistas, las mujeres se han vuelto más selectivas en sus relaciones, por lo que tienden a buscar parejas que les ofrezcan más que sólo estabilidad económica, como compatibilidad emocional e intelectual. Esto ha dejado a algunos hombres jóvenes, especialmente aquellos que no han tenido las mismas oportunidades educativas o económicas, sintiéndose marginados y frustrados, pues sus roles tradicionales como proveedores se ven cuestionados.
Este fenómeno se ve exacerbado por las redes sociales, donde se refuerzan estas divisiones y donde los hombres que se sienten desplazados a menudo encuentran comunidades en línea que validan sus sentimientos de frustración y rechazo. Estos grupos a veces promueven una narrativa de resentimiento hacia el empoderamiento femenino, intensificando las tensiones de género.
Además, la cobertura mediática sobre el empoderamiento femenino, particularmente en contextos donde las mujeres históricamente han sido oprimidas, como en regímenes no democráticos, resalta aún más las diferencias de género. Esta exposición puede influir en la percepción pública, tanto positiva como negativamente, y afecta cómo se ven y se valoran las relaciones entre hombres y mujeres en diferentes sociedades.
La polarización de género también tiene implicaciones significativas para la política y la cohesión social. En varios países, esta división está influyendo en los resultados electorales, con los hombres jóvenes gravitando hacia partidos de extrema derecha mientras que las mujeres jóvenes apoyan abrumadoramente a partidos liberales o de izquierda, tal como se muestra en la tabla siguiente.
País | Elecciones | Resultados clave |
---|---|---|
Estados Unidos | Elecciones presidenciales 2024 | Aumento del apoyo a Trump entre hombres jóvenes, declive entre mujeres jóvenes. |
Polonia | Elecciones parlamentarias 2023 | Crecimiento de partidos de extrema derecha apoyados por hombres jóvenes. |
Alemania | Elecciones federales 2021 | Disminución del apoyo liberal entre hombres jóvenes, aumento entre mujeres jóvenes. |
Fuente: Brookings Institution, Glocalities, y Cambridge Core.
La polarización no es exclusiva de una región, ya que se extiende a nivel global. En países como Estados Unidos, Alemania, y varios estados europeos, la brecha de género ha impactado de manera importante en los resultados electorales y en la política. Los hombres jóvenes en estas regiones capitalizan su descontento con el progreso de la igualdad de género y otras iniciativas liberales.
En todos los países que entraron en el estudio de The Economist, los hombres jóvenes eran más conservadores que las mujeres jóvenes.
Por otro lado, en países no democráticos, el empoderamiento de las mujeres ha sido utilizado estratégicamente por los regímenes para mejorar su imagen internacional y asegurar su legitimidad, sin embargo, la polarización sigue siendo evidente, con sectores de la población que resisten estos cambios y otros que los abrazan como necesarios.
Diversos países y regiones han implementado con éxito políticas y programas que han ayudado a reducir la polarización de género. Estos ejemplos pueden servir de modelo para otras naciones que buscan abordar este desafío.
La polarización de género es un fenómeno complejo que invita a reflexionar más allá de los simples números o divisiones ideológicas. No se trata únicamente de cuestionar si es un problema que las mujeres adopten ideas liberales o que los hombres se inclinen hacia posturas conservadoras. Más bien, debemos preguntarnos por qué las diferencias de género se convierten en barreras que dificultan la comprensión y el diálogo.
En la cena de Navidad, donde las diferencias de opinión surgen entre seres queridos, más que señalar de radical o conservador al otro, debe encontrarse un equilibrio entre nuestras convicciones y la capacidad de convivir con perspectivas opuestas. ¿Estamos dispuestos a escuchar y entender las razones detrás de estas divisiones, o seguiremos solapando que estas diferencias nos separen aún más? El verdadero desafío está en cómo navegamos las tensiones derivadas de las ideas que adoptamos, para construir una sociedad más inclusiva y cohesionada.
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Ruy Renau
Redactor en EXPOSTComunicólogo, unfluencer, dog dad, emprendedor de 5 cifras, traumado con la IA y el dominio de las máquinas. Melómano, cinéfilo, lector, gamer, arte, contra cultura y re-curioso. Ultra puntual en todo siempre y cero despistado. Valores cristianos.
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