Paulina Florencia nació un junio de 1990 en el seno de una familia mexicana acomodada. Durante el 2001, a sus 11 años, conoció a Mauricio Cuevas e inició una relación romántico afectiva con él. Este podría ser el típico caso de dos preadolescentes explorando sus primeras vinculaciones románticas, sin embargo, Cuevas, para ese momento ya contaba con 25 años de edad. Esta no es una historia de amor, sino de abuso.
Esta historia de estupro, como muchas parecidas, pudo quedarse en el anonimato, pero poco más de 20 años después, Florencia Guillot, una figura mediática de redes sociales decidió invitar a Paulina y Mauricio (ahora ya casados) a contar su “historia de amor” en un podcast.
“Yo los quise invitar a ustedes porque creo que admiro mucho su pareja [sic]” inicia diciendo Florencia, para unos minutos después entrar en materia y preguntar a los ya esposos cómo se conocieron. El relato es escalofriante, no sólo por los hechos expresados, sino por la forma en cómo los tres personajes abordan y asumen el tema. Idealizando, romantizando, blanqueando y por muchos momentos haciendo apología de un hecho claramente reprobable: una niña relacionándose con un adulto.
Sin embargo, más allá de este evento, es conveniente preguntarnos por qué en pleno siglo XXI acciones como esta siguen siendo toleradas y normalizadas; cuáles son los mecanismos que le permiten a una persona ejercer poder sobre otra que, claramente, no está en posibilidades de consentimiento; y por qué seguimos confundiendo este tipo de acciones con “amor”.
Jean-Paul Sartre abordó el tema del amor en su obra «El ser y la nada», ahí sostiene que este es una forma de trascender la soledad y la contingencia de la existencia humana. Según Sartre, el amor implica la elección libre del otro como objeto de deseo y la aceptación de la libertad del otro. No es necesario analizar demasiado para saber que aquella persona que toma ventaja de la vulnerabilidad de otra no puede disfrazar este hecho de un acto de amor.
Sin embargo, hay posturas que van incluso más lejos. Por ejemplo, la filósofa Ana de Miguel en su libro “Neoliberalismo sexual: el mito de la libre elección” critica el concepto de libertad que subyace en las elecciones de las mujeres, pues hay una subordinación de estas, asociada al sistema de dominación patriarcal. Lo que implicaría un condicionamiento de sus decisiones y, por lo tanto, la falta de libertad. Este punto de vista explicaría por qué Paulina no se ve a sí misma como una víctima, y por qué Florencia celebra la relación entre una niña de 11 y un hombre de 25.
De Miguel agrega otra reflexión importante; argumenta que el amor romántico y la sexualidad han sido moldeados por una ideología patriarcal que reduce la sexualidad femenina a un objeto de comercio. Además, critica la idea de que la participación de las mujeres en la industria del sexo sea una manifestación de libertad o una elección feminista, argumentando que estas elecciones están influenciadas por una estructura social patriarcal que limita y condiciona las opciones disponibles.
Este sistema ha permeado tanto en la visión de la sociedad que muchas personas están convencidas de que la violencia física es necesaria para considerar a un acto como de agresión sexual; sin embargo, si esto fuera así, acciones como el acoso sexual no tendrían importancia porque este no suele dejar secuelas físicas visibles, a pesar de sus profundos efectos psicológicos.
Un tercio de las mujeres del planeta es víctima de violencia física o sexual, es decir 736 millones de ellas. Aunque los datos están subestimados, ya que muchas no la denuncian por temor a la estigmatización, la información disponible muestra que la mayoría de este tipo de ataques son perpetrados por una pareja, dando como resultado 641 millones de afectadas.
Si bien lo anterior es un dato mundial, lo cierto es que las mujeres de los países de renta baja y baja media padecen la violencia de género de manera desproporcionada. La OMS estima que el 37% de las mujeres de los países más pobres han sido objeto de violencia física o sexual por parte de una pareja en algún momento de su vida, y en algunos de estos países la incidencia alcanza a una de cada dos mujeres. Por su parte, América Latina y el Caribe registra un 25%.
Es imposible calcularlo, pero no es descabellado pensar que muchos de estos actos fueron tolerados por las víctimas debido a la romantización del abuso; que es un término utilizado para describir una situación donde el abuso, ya sea emocional, físico o de cualquier otro tipo, se representa de manera idealizada. Esta concepción del amor es a menudo difundida por el sistema a través de los medios masivos de comunicación. Establece expectativas poco realistas y dañinas sobre cómo deben ser las relaciones románticas, promoviendo a menudo la idea de que el amor debe ser sacrificado o doloroso; y que lo perdona todo; llevando a las personas a la normalización del abuso, lo que significa creer que los comportamientos abusivos son normales o aceptables en relaciones románticas o interpersonales.
La problemática historia de Paulina y Mauricio enfatiza cómo la sociedad a menudo romantiza y normaliza las relaciones abusivas o inapropiadas. Sin embargo, el caso de esta pareja no es una anomalía; es un espejo que refleja una verdad incómoda a la cual muchas personas son ciegas. La ideología dominante modifica la percepción de la libertad y el amor, lo que oculta y perpetúa el abuso y la desigualdad de género.
Por ello, resulta crucial reconocer cómo la cultura y la sociedad pueden enmascarar el abuso bajo este disfraz. Mientras continuemos aceptando y glorificando estas narrativas distorsionadas, continuaremos un ciclo de abuso y opresión.
Sergio Suárez
Redactor en EXPOSTEntusiasta de los libros, las películas, la música y la semiótica. Consumidor compulsivo de Internet, la tecnología, los videojuegos y los memes. Metalero true pero ya no puede hacer headbanging. Desarrollaba contenido antes de que eso fuera cool.
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11 años la chica y él 25, lo primero que me vino a la mente es: ¿dónde estaban los padres de la menor y demás familiares? el caso tiene muchas aristas para su análisis…
Muchas gracias por tus acertados comentarios Rogelio